Psicología positiva: mantener una mente saludable también nos ayuda a cuidar nuestro corazón
Para tener un corazón saludable y un buen estado físico en general es fundamental mantener ciertos cuidados, comer adecuadamente, hacer ejercicio y controlar los factores de riesgo, como por ejemplo, la presión arterial alta. Pero, ¿sabías que nuestro cerebro tiene un peso muy grande en la salud del corazón?
Las investigaciones realizadas durante los últimos años, apuntan a una relación directa entre los problemas de salud mental y un mayor riesgo de padecer enfermedad cardíaca.
En realidad, es algo lógico, pues por ejemplo, hay mayor posibilidad de que una persona con depresión, realice ejercicio de forma regular. Y no solo eso, determinados trastornos de salud mental terminan a la larga originando cambios físicos en el cuerpo que pueden incrementar el riesgo de padecer problemas cardiacos de diferentes formas.
Factores que influyen
Los altos niveles de estrés
Por todos es sabido que, el estrés, a largo plazo afecta de forma directa a la salud cardiaca, reduciendo el flujo sanguíneo, aumentando la presión arterial, provocando alteraciones en el ritmo cardiaco e incrementando la respuesta inflamatoria.
Experiencias traumáticas de la infancia
Las experiencias traumáticas de la infancia también pueden afectar a la salud física durante la vida adulta, experiencias como el abuso psicológico, sexual o físico, u otras experiencias traumáticas tales como las desatenciones, o la vivencia de violencia en el hogar, aumentan exponencialmente el riesgo de desarrollar conductas dañinas para la salud, como el desarrollo de abuso por sustancias o el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Depresión
La relación existente entre las afecciones cardíacas y la depresión tienen una relación de doble sentido. Todos los estudios apuntan a que, aquellas personas que padecen depresión, tienen aproximadamente el doble de riesgo a la hora de desarrollar una enfermedad coronaria que las personas que no la padecen. Y, por otro lado, aquellas personas que padecen una enfermedad cardíaca presentan una tendencia tres veces más alta de desarrollar una depresión que una persona con un buen estado de salud. Además, aquellas personas que padecen una enfermedad cardíaca tienen también mayores probabilidades de mantener conductas insanas, tales como fumar, no realizar actividades físicas o descuidar la alimentación.
Sentimientos de hostilidad e ira
Las emociones negativas como la agresividad, la hostilidad o la ira, también se encuentran directamente relacionadas con el desarrollo de afecciones cardíacas. Un estado de enojo constante, además de disminuir nuestras defensas, aumenta los niveles de cortisol, una sustancia que provoca inflamación y cuyo exceso, termina por afectar al estado de salud físico de la persona.
Aislamiento social
La soledad no deseada y el aislamiento social también afectan a la salud general y, concretamente a la salud cardiovascular.
Todos los estudios realizados al respecto indican que aquellas personas que se encuentran aisladas socialmente tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir un ataque al corazón, mientras que aquellas personas con una red afectiva sólida, poseen un mejor estado de salud en todos los aspectos.
Hay que cuidar lo que sentimos
En base a todo esto, cuidar de nuestras emociones, no es solo una manera de vivir una vida con mayor bienestar y tranquilidad, sino también una forma de mantenernos saludables y de ayudar a preservar nuestra salud cardíaca.
En este sentido, mantener ciertos hábitos, puede ayudarnos en gran medida a preservar, no solo nuestra salud emocional, sino también nuestro bienestar físico.
• Estilo de vida saludable: con independencia de que te sientas deprimido o que atravieses un momento de malestar emocional, intentar mantener un estilo de vida saludable, no solo evitará problemas mayores, sino que puede ayudarte a salir de esos estados con una mayor facilidad. Realizar algo de ejercicio físico, dormir el tiempo suficiente, o dedicar un espacio del día a la relajación, son pequeñas mejoras cotidianas que, a la larga, tienen un impacto muy positivo.
• Mantener activa nuestra mente: Determinadas actividades estimulan nuestro cerebro y pueden ayudarnos a mejorar nuestra salud mental. Además de reducir los niveles de estrés. Tratar de distraer nuestra mente de la negatividad con una actividad mental estimulante, puede resultar muy motivador y tener una repercusión muy positiva en nuestra salud a todos los niveles.
• Busca la ayuda de un profesional: la ayuda profesional puede ser muy útil en aquellos casos en los que la persona encuentra una mayor dificultad a la hora de gestionar positivamente sus emociones por sí misma. Gracias a la ayuda profesional, es más sencillo superar determinados patrones y establecer nuevas metas que mejoren, no solo nuestro estado emocional, sino también nuestro estado físico.
A este respecto, la psicología positiva nos ayuda a desarrollar nuestro potencial, mediante el estudio de las experiencias y de nuestros rasgos positivos (fortalezas, virtudes, motivaciones y capacidades). Una de las ideas más importantes de la psicología positiva es que todos tenemos incorporadas ya unas herramientas, las cuales tenemos que aprender a descubrir y utilizar.
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