¿Qué es un mediador?
El mediador es la figura que, ante un conflicto, actúa entre las partes, abarcando tanto la conciliación como el arbitraje, no determinando la solución al mismo, sino tratando de acercar ambas partes para que puedan alcanzar un acuerdo.
En este sentido, los beneficios de la mediación frente a un proceso judicial son evidentes, en primera instancia, porque mientras que en un procedimiento judicial dicho conflicto debe ser resuelto en los tribunales, donde un juez decide su resolución según la ley y su juicio, en un proceso de mediación, la resolución del conflicto se centra en las partes y en la persona, algo que fomenta un mayor compromiso con dicha solución, siendo una forma de justicia mucho más empática, puesto que promueve la cercanía, el diálogo y las buenas prácticas.
Además, entre los beneficios de la mediación también encontramos:
Participación activa de ambas partes
La mediación es único proceso de resolución de conflictos partes con valor legal relevante en el que es fundamental la participación activa de ambas partes.
En la mediación, se da prioridad al hecho de cómo se sienten las partes implicadas frente a dicho conflicto y, en este sentido, mientras que en el procedimiento judicial, se deben aportar pruebas específicas y los hechos deben ser demostrables, en la mediación, también se considera el conflicto emocional que, en la mayor parte de las ocasiones, suele ser la fuente principal de dicho conflicto.
Fomento del diálogo
La mediación busca generar una comunicación fluida entre ambas partes, un espacio que posibilite el diálogo, además de forma completamente voluntaria, en el que ambas partes puedan expresar sus argumentos. Por eso, mientras que en los juicios el diálogo es prácticamente inexistente, la mediación persigue conseguir un ambiente de paz y de armonía en el que las personas implicadas puedan escucharse y expresarse abiertamente.
Desarrollo de los recursos personales de las partes implicadas
La mediación se enfoca en proporcionar los recursos necesarios a fin de que las partes implicadas puedan desarrollar su capacidad a la hora de gestionar los problemas con los demás. En la mediación se fomenta por tanto, el diálogo constructivo y la escucha activa, la capacidad de empatía y perdón y, en resumen una comunicación basada en la asertividad que busca encontrar nuevas vías de diálogo y la colaboración mutua.
Proceso pacífico
Los juicios suelen hacer que el conflicto se agrande, mientras que la mediación persigue disminuir su escalada y permitir que las partes puedan comprenderlo mejor, analizando los hechos y abordándolo de forma más adecuada y pacífica, a fin de poder llegar a una solución. En la mediación el conflicto es deconstruido, permitiendo que las partes puedan comprenderlo y comenzar a plantear alternativas.
Más rápida y eficaz
Por norma general, los proceso de mediación suelen ser mucho más rápidos y eficaces que la vía judicial, no solamente porque el procedimiento judicial siempre depende de la carga de trabajo de los tribunales y de los plazos legales establecidos, sino porque en la mediación, la sesiones son programadas conforme a las necesidades y a la disponibilidad de las partes y del mediador, algo que permite una mayor flexibilidad en los plazos.
Hay que cuidar lo que sentimos
En resumidas cuentas, mientras que en el procedimiento judicial es el juez y las leyes los que tienen el control del proceso, en el proceso de mediación, las partes implicadas son las que deben asumir la responsabilidad en aquello que ha sucedido y también en la solución, siendo por tanto las personas implicadas las que llevan el control de todo el proceso y del tiempo invertido en conseguir un acuerdo.